domingo, 12 de febrero de 2012

EL CAPÍTULO DE LOS DONES ESPIRTUALES


Capítulo 12 de 1ra a Corintios

       12:1 -- “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales – El texto griego comienza diciendo, “Acerca de los espirituales …“  Aparentemente los corintios habían preguntado a Pablo en carta acerca de los dones espirituales (com­­párense 7:1; 8:1).
            La palabra “dones” no aparece en el texto griego, y por eso debe aparecer en letra cursiva, como va en las versiones ASV., B.A., H.A., Mod., N.C., y otras.  No obstante, el contexto requiere que se supla dicha palabra, pues este capítulo, juntamente con el 13, y el 14, tratan la cuestión de los dones milagrosos.  El ver. 4 introduce la palabra “dones”.   Considérense ver. 31 con 14:1.
       También en 10:1 Pablo expresa su deseo de que los hermanos sepan la verdad sobre el caso que allí trata.  La ignorancia no bendice ni beneficia a nadie.  Debemos comprar la verdad , y no venderla (Prov. 23:23).  La ignorancia sobre este tema ha engendrado mucho error en el mundo religioso.  (Nótese: no hemos de confundir “el don del Espíritu Santo”, Hech. 2:38, cosa prometida a todo cristiano, y “los dones espirituales” dados a ciertos cristianos en el siglo primero).
       Jesús prometió no dejar “huérfanos” a los apóstoles, al volver él a los cielos, sino enviarles a otro Consolador (griego, para­cletos), Jn. 14:18,26; 15:26; 16:13.  Ese Consolador vino el día de Pentecostés, dándoles el poder prometido (Luc. 24:49; Hech. 1:8; 2:1-4).  Luego los apóstoles podían imponer las manos en otros y así repartirles dones milagrosos (Hech. 8:14-18; 19:6; Rom. 1:11; 2 Tim. 1:6).  De estos dones (o los carismas, del vocablo griego, charisma) ahora Pablo trata en los capítulos 12, 13, y 14.
       Ya que tiene que corregir a los corintios sobre el tema de los dones, Pablo suaviza el caso con la palabra, “hermanos”.
      
       12:2 -- Sabéis que cuando erais gentiles – El vocablo griego, traducido “gen­tiles”, es ethnos, significando “nación, raza, gente”.  Aquí se mencionan como las personas no del Israel espiritual (Gál. 6:16), no de la iglesia de Cristo.  Eran del mundo idólatra.
       -- se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos – Cuando los corintios eran gentes de las naciones paganas, y no cristianos, se dejaban llevar como cautivos a los ídolos sin voz, para hallarse bien desviados de la verdad y víctimas de las fuerzas de Satanás, quien está detrás de toda idolatría.  Véase 10:20, comentarios.  Compárense Efes. 2:2; 2 Tim. 2:26.
       Sobre los “ídolos mudos” véase Sal. 115:4-8; 135:15-18; Hab. 2:18-19.
       Cuando el hombre deja la revelación de Dios, no le queda nada sino la ignorancia que le lleva cautivo a la idolatría y a la inmoralidad (Rom. 1:21-32).  Al grado que la nación dé la espalda a Dios, va perdiendo la moralidad en su vida nacional.  La fe en Dios, o la falta de fe, se refleja en la moralidad de la gente, y su moralidad se refleja en sus leyes civiles (entre más inmoral la gente, más liberales y permisivas serán sus leyes).

       12:3 -- Por tanto – Pasando Pablo de lo que acabó de decir, llega a esta conclusión:
       -- os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús – Había confusión entre los hermanos corintios con respecto a los dones milagrosos, en gran parte debido a su vida pasada en la idolatría.  Pablo disipa o barre esa ignorancia al explicarles cómo es que el Espíritu Santo guía al que en realidad tiene don milagroso, porque había engañadores, falsos profetas, extáticos, reclamando ser guiados por poderes divinos.  Pablo explica que el llamar anatema (execrado, maldito, 16:22) a Jesús, el Hijo de Dios y Salvador, no es algo dirigido por el Espíritu Santo, sino de la creencia en dioses falsos y sus profetas.  (Según Gál. 3:13, los judíos consideraban a Jesús como maldito; compárese Hech. 18:6).  Véanse Rom. 9:3; Gál. 1:8.
       Considérese Deut. 12:1-5.  La doctrina, y no las meras reclamaciones del llamado profeta, es lo que atestigua la verdad del caso.  Véase 1 Jn. 4:1-6.
       -- y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo – Claro es que cualquier persona, sin ninguna inspiración del Espíritu Santo, puede pronunciar ciertas palabras, como “Jesús es el Señor”, pero tal no es el punto de Pablo.  El está hablando acerca de personas que reclaman ser guiados por el Espíritu Santo, y dice que el que en realidad lo es, por tener un don milagroso, es quien va a llamar a Jesús Señor.  El Espíritu Santo es la fuente de tal mensaje.  Claro es que los falsos no lo proclamarían.
       Anteriormente los corintios, cuando eran esclavos de la ignorancia de la idolatría, no sabían la verdad; no la tenían para entenderla.  Pero ahora que son cristianos, son guiados por la revelación del Espíritu Santo y confiesan a Jesús como Señor y Cristo (Hech. 2:36).  Compárese Mat. 16:17.

       12:4 -- Ahora bien hay diversidad de dones – El vocablo griego puede indicar diversidad, pero también distribución.  Aunque había una variedad o diferencia de dones, el ver. 11 nos lleva a pensar que a lo mejor Pablo se refiere a la distribución de ellos, cosa que es del mismo Espíritu como fuente.  Los paganos acostumbraban pensar en un dios diferente para cada manifestación diferente de “po­der sobrenatural”.  Pablo recuerda a los hermanos corintios que Dios es uno y que todos los dones milagrosos precedían de él (para lograr diferentes resultados).  Hay unidad de origen, y hay unidad de obra, en la distribución divina de los dones milagrosos.
       -- pero el Espíritu es el mismo – La palabra griega, charisma, dones, enfatiza la idea de gracia (charis).  Véase Efes. 4:7,8.  Nadie debía jactarse de su don milagroso, pues no lo ganó, ni mucho menos lo mereció; le fue dado por la gracia de Dios. Véanse Heb. 2:4; Mar. 16:20.  Uno de los dones no era más importante que otro, pues todos fueron distribuidos por el mismo Espíritu Santo.  Andaban mal, pues, los corintios al pelear sobre los diferentes dones y sus supuestas importancias relativas.

       12: 5 -- Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo – En éste y en el versículo siguiente no se trata de algo diferente de los dones (ver. 4).    Los  “ministerios”  (servicios)  y  las “operacio­nes” (ver. 6) son diferentes aspectos de los dones mismos.  El Espíritu Santo imparte los dones para que sirvan de servicio a la Causa del Señor Jesucristo.  Véanse ver. 7; 14:26.
       Si los corintios hubieran guardado presente que los dones se impartían para el propósito de servir al cuerpo, o a la iglesia, del Señor (14:1-19), en lugar de servir para su propio honor, no habrían tenido celos y envidias al respecto.  No habría habido problemas en la asamblea con respecto a los dones.
       12:6  -- Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo – Las “operaciones”, como los ministerios (ver. 5) son los mismos dones del ver. 4.  La palabra “operaciones” da énfasis al efecto logrado por el don al dar Dios el resultado.  Compárese 3:6,7.
       En los ver. 4-6 Pablo habla de estas manifestaciones de poder milagroso como dones del Espíritu Santo por gracia (ver. 4), como ministerios que sirven de beneficio para la iglesia de Cristo, el Señor (ver. 5), y como poderes de Dios para operar eficazmente en sus propósitos.  Todo poder en el universo procede del Gran Creador, nuestro Dios.  (El vocablo griego para decir “operaciones” es energeia, que en español se translitera, “energía”. El verbo “hacer” en este versículo es la misma palabra que el sustantivo “operaciones”.  Dios “energiza” a todas las cosas; es decir, las hace o efectúa; les da la energía necesaria).
       La frase “todas las cosas en todos” se refiere a todas las cosas que Dios obraba por medio de todos los hombres que tenían o ejercían dichos dones en el siglo primero.
       En estos versículos 4-6 vemos una expresión de lo que llamamos la “Trinidad”, palabra que significa “el estado de haber tres  en uno”.  No es palabra bíblica en el sentido de hallarse textualmente en la Biblia.  (Tampoco la palabra “Biblia” se encuentra en la Biblia).  Pero ciertamente esa palabra expresa un concepto bíblico de haber tres personas en la Deidad.  No son tres dioses independientes y en competición, siendo de diversas voluntades, según el politeísmo, pero sí hay tres personas en la Deidad: el Espíritu Santo, el Señor, y Dios el Padre.  Aunque son tres personas, son Dios y Dios es uno.  Son de la misma esencia.  Véase ver. 11, comentarios.
       Lo legítimo de una reclamación de don milagroso es determinado por la aceptación de Jesús como el Señor (ver. 1-3).  La única fuente de distribución de tales dones es la deidad: el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo (ver. 4-6).  ¿En qué, pues, se fundaban los corintios para tener rivalidades entre ellos por los diferentes dones milagrosos?  ¡En nada!  ¿Por qué ponerse arrogantes si el don era gratuitamente impartido?  ¿Por qué jactarse de cierto don, si fue dado a la persona para servir a todos?  ¿Por qué gloriarse de algo, si el don era expresión del poder de Dios para lograr una buena obra?

       12: 7 -- Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho – La palabra “manifestación” aquí se refiere a los dones de este contexto.  El don manifestaba lo hecho por el Espíritu hizo.
       El objeto singular del don milagroso que el Espíritu daba a cada uno era el provecho de la iglesia entera.  El don no tenía el propósito de envanecer al individuo para que él se jactara de poseerlo.  El Espíritu Santo es uno y actúa en armonía y unidad.  Distribuía diferentes dones, pero en todo caso el don distribuido era para el provecho de todos (ver. 14), y no tanto para el provecho personal del que lo poseía.  (Los dones no eran propiedad privada, ni para uso exclusivo del individuo.  Los Pentecosteses  hablan de “usos devocionales del individuo”).  La fuente del don era uno, y el objeto en su uso también era uno.
       En lugar de “para provecho”, otras versiones dicen, “para el bien común” (B.A.); “para el bien general” (H.A.); “para el provecho de todos” (Mod.).  El contexto lo hace obvio que estos dones no eran para uso personal y llamado “de devoción”, sino para la edificación e instrucción de todos.
       Véanse 1 Ped. 4:10; Mat. 25:14-30.
       El mismo principio se aplica hoy en día respecto a nuestros “dones” nativos.  Cada cristiano debe usar lo que Dios le ha dado para el provecho de todos, y no para compararse con otro con el fin de gloriarse sobre él, o para envidiarle.

       12:8  -- Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría – Ahora Pablo comienza a enumerar nueve diferentes dones milagrosos.  (No es lista exhaustiva, ver. 28 y sig.).  Puede haber algo de semejanza entre algunos.  Los corintios no tenían dificultad en distinguirlos, pues eran testigos oculares de ellos, pero nosotros no podemos distinguirlos tan perfectamente por no haberlos experimentado.  Hace diecinueve siglos que Dios los quitó de la tierra por haberse cumplido su misión (13:8-13).
       Tal vez el don  llamado “palabra de sabiduría” (mensaje de sabiduría) daba al poseedor la habilidad sobrenatural de aplicar la sabiduría.
       -- a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu – Por (medio de) el mismo Espíritu Santo, y según su voluntad, cada don vino al recipiente. (Véase ver. 11, comentarios).  Este mensaje de ciencia revelaba al recipiente ciertas verdades que la persona no hubiera podido adquirir por medio de estudios privados.  (Compárese Gál. 1:11,12).
       Es imposible para nosotros hoy en día distinguir definitivamente entre estos dos dones, pero los corintios sí entendían la diferencia.  Pero el punto para ellos, y para nosotros, es que hay un Dios, y el Espíritu Santo era la fuente de los diferentes dones; que eran para el bien general, y que por eso no había razón para que tuvieran disensiones y rivalidades con respecto a ellos.

       12:9  -- a otro, fe por el mismo Espíritu – Había un don de fe que difícilmente se identifica, aunque es obvio que no tenía que ver con la fe subjetiva que viene por el oír (Rom. 10:17; Hech. 15:7), y que es ejercitada por todo cristiano de toda época, y sin la cual es imposible agradar a Dios (Heb. 11:6).
       El don de fe se asociaba con milagros y daba un poder limitado, aunque enorme, para hacerlos.  Considérense 13:2; Mat. 17:20; 21:21; Mar. 11:23; 9:18,19.  Pero, aunque no podemos identificar este don de manera más definitiva, el punto de Pablo es que este tercer don, como los demás, es por medio del mismo Espíritu.  (El politeísmo es puro engaño y neta mentira).
       -- y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu – Estos dones permitían a los que los poseían sanar milagrosamente diferentes clases de enfermedad (tal vez diferentes dones para diferentes enfermedades).
       En lugar de “por el mismo Espíritu”, otras versiones dicen, “en el un Espíritu” (P.B.), “en el único Espíritu” (H.A.), “ese único Espíritu”(NIV., N.M.).  El texto griego emplea la palabra “uno”; literalmente: “en el uno Espíritu” (LAC.).  Hay varios dones, pero el Espíritu Santo que los reparte es uno.
       Vemos casos  de sanidad milagrosa en Hech. 3:1-10; 15,16; 19:12; Sant. 5:14,15.  Las sanidades milagrosas eran parte de la venida y obra del Cristo (Isa. 35:5,6; Mat. 10:1; 11:5; Luc. 7:21,22).
       Tales milagros no se hacían según el capricho o placer del que poseía el don, sino cuando el Espíritu lo indicaba (véase Hech. 4:30).  Nótese que Pablo no curó a Timoteo, ni a Trófimo, ni se curó a sí mismo (1 Tim. 5:23; 2 Tim. 4:20; 2 Cor. 12:7-9).  No eran para usos personales.

       12:10 -- A otro, el hacer milagros (literal­men­te, efectos de poderes). -- Además de que estos dones eran milagrosos, y no naturales o nativos, este don aquí en particular permitía a la persona hacer cosas que causaban gran admiración por lo singular de los hechos, como por ejemplo los casos de Hech. 5:5-11;  9:36-42; 13: 9-12; 16:16-18.
       El vocablo griego para decir “milagros” es dunamis, de la cual palabra en castellano tenemos “dinamita”.  (Esta palabra griega aparece en Gál. 3:5; Hech. 8:13; 19:11).  Estos milagros mostraban poder divino, y no humano.
       -- a otro profecía – Este don no era solamente para predecir el futuro (como en el caso de Hech. 11:27,28; 21:10,11), sino también para edificar y consolar a la iglesia (1 Cor. 14:3). Véase Hech. 13:1.  El profeta novotestamentario revelaba verdades de Dios y enseñaba la voluntad de Dios sobre ciertos particulares.  Era portavoz de Dios.  Recuérdese que la iglesia del siglo primero no tenía toda la verdad recibida en un momento y escrita en un libro, como nosotros la tenemos hoy en día.
       Véase ver. 28.
       -- a otro, discernimiento de espíritus – Este don capacitaba a la persona para poder distinguir entre un profeta verdadero y uno falso.  Ya que la verdad de Dios iba siendo revelada en porciones (13:9), y muchos falsos reclamaban estar hablando por Dios (2 Jn. 7; 2 Ped. 2:1), este don era necesario.  Considérese 1 Jn. 2:26,27.  Pedro y Pablo usaron de este poder milagroso en Hech. 5:3; 13:9.
       Hoy en día discernimos por medio de la palabra escrita, 14:37; 1 Jn. 4:1-6.  (Es curioso que resulte a veces que algún líder pentecostés engañe a sus seguidores, pero que nadie haya podido discernir antes de que sucediera el caso que él era un falso).
       -- a otro, diversos géneros de lenguas – El texto griego no dice “diversos”, sino solamente “géneros de lenguas”.  Las versiones buenas que incluyen la palabra “diversos” lo hacen en letra cursiva.
       Este don daba el poder de hablar diferentes lenguas humanas, sin haberlas estudiado.
       Algunos  traducen  mal  la  frase, diciendo “lenguas extáticas”.  Pero el habla extática de los glosolalistas no halla ningún apoyo en este don milagroso del siglo primero.  Tampoco cabe la palabra “extraña”, o “desconocida”, en conexión con estas lenguas (como se expresa nuestra versión en 14:4, etcétera).  Tal palabra no está en el texto griego.  (Sí, las lenguas de este contexto eran extrañas, en el sentido de extranjeras, para los de Corinto, que eran de habla griega, pero ¡no para quienes fueran de  dichas lenguas!    El  idioma japonés me es una lengua extraña, pero ¡no lo es para los japoneses!).
       La palabra griega, genos, aquí traducida “géneros’, significa clase, como por ejemplo en Mat. 13:47, “toda clase de peces”.  Hay diferentes clases de peces, pero ¡todos son peces!  Hay clases diferentes de lenguas, pero ¡todas son lenguas!
       No hay evidencia alguna de que Pablo en este capítulo hable de “lenguas devocionales” mientras que en el capítulo 14 hable de lenguas para edificación de la iglesia y para ser por señal a los incrédulos.
       El designio divino para el don de géneros de lenguas (idiomas hablados y entendidos por los hombres, Hech. 2:4,8) fue el funcionar como señal (milagro) a los incrédulos (14:22), y cuando eran interpretadas, como medio de edificación para los creyentes (14:5).  De otra manera, no habiendo interpretación, las lenguas no habían de usarse en la asamblea.
       En lugar de señal para los incrédulos (14:22), los pentecosteses y otros afirman que las “len­guas” (que ellos reclaman hablar) son una señal para los “creyentes”  (ellos) de que han sido bautizados en el Espíritu Santo.  Tampoco eran señal de “madurez” ni de “espiritualidad”.
       En este pasaje aparece la palabra griega glosasa  (lengua), como en Hech. 2:4.  En Hech. 2:6,8, la palabra griega es dialektos (dialecto).  Esto prueba que los dos términos se usan en las Escrituras alternativamente, y que se refieren a lenguas conocidas por los que las hablaban.  Eran lenguas en que nacieron esas personas.
       Mar. 16:17 emplea la frase “nuevas lenguas”.  Hay dos palabras griegas para decir “nuevo”, que son:  neos  y kainos.  neos significa “nuevo” en el sentido de tiempo; es decir, reciente o joven.  kainos significa “nuevo” en el sentido de no acostumbrado, sin uso, o de otra naturaleza.  Este texto aquí en Marcos emplea la palabra kainos.  Algunos argumentan que las lenguas aquí referidas eran nuevas en el sentido de no ser humanas ni usadas en siglos pasados,  pero el texto griego está en contra de su afirmación.  Eran nuevas en el sentido de que no eran lenguas a las cuales estuvieran acostumbrados los apóstoles (que eran de habla griega).  Estas no serían las primeras veces que estas lenguas se hablarían, pero sí fueron de una cualidad “nueva” para los apóstoles, y para los otros cristianos primitivos con el don de hablar lenguas, porque nunca las habían hablado.
       Las “nuevas lenguas” de Mar. 16:17 son las “otras lenguas” de Hech. 2:4, y las simplemente “lenguas” de 10:46,47
       Debe notarse que el don de lenguas no tenía el propósito de facilitar la evangelización del mundo, sino el de probar la presencia y aprobación de Dios con referencia a quienes usaban el don.
       Como vemos en el caso del próximo don en la lista (interpretación de lenguas), las lenguas referidas tenían que ser traducidas.  Pero el habla extática, por no ser ninguna lengua, no puede ser interpretada; es decir, traducida.  Una combinación limitada a sonidos sueltos no admite interpretación.  Lo que se traduce (se interpreta) son lenguas, no galimatías o jerigonzas.
        -- y a otro, interpretación de lenguas – La palabra “interpretación” aquí traduce el vocablo griego, hermenia (que transliterado viene siendo “hermenéutica”).  Significa traducción.  Este don permitía a la persona traducir de una lengua a otra.  Nótese este término griego (en forma verbal) en Jn. 1:42 (quiere decir); 9:7 (traducido);  Hech. 9:36 (traducido);  Luc. 24:27 (declaraba); Heb. 7:2 (significa).
       Es evidente, por el significado de este vocablo griego, que las “lenguas” de este versículo son lenguas humanas ordinarias, y no sólo “habla extática”.  Lo que es galimatías (palabras incoherentes) ¡no tiene traducción, porque no es lengua!
       Para que la iglesia en asamblea entendiera lo que fuera hablado en una lengua nueva para ella, era necesario que hubiera traducción.  El don de interpretación suplía esa necesidad.  El propósito de la asamblea fue la recepción de edificación, exhortación y consolación (14:3,12,26).  De esto comentaremos cuando lleguemos al capítulo 14.
       Este don también sirvió para controlar  el hablar en lenguas milagrosamente.  Véase 14:27,28).    Sin este don, no habría habido lugar para el don de lenguas.  Sin explicación (traducción, interpretación), lo que fuera hablado a una asamblea de habla griega, en una lengua humana nueva para ella, no habría dado ningún provecho espiritual porque eso no edifica ni instruye.
       El intérprete daría una traducción infalible de lo que el Espíritu dirigiera al otro a decir en otra lengua.  Tanto el mensaje (por el que tenía el don de lenguas) como la interpretación, o explicación (por el del don de interpretación), por el Espíritu Santo eran dados, y por eso todo era de inspiración y para la segura edificación de la iglesia primitiva.
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       Pablo ahora presenta la unidad de propósito y de uso de los dones espirituales bajo la figura del cuerpo físico (ver. 12-26).  Todos los dones eran útiles e importantes, como lo son todos los miembros del cuerpo físico, y eran para el bien mutuo, y no para fines personales.  Pero algunos hermanos en Corinto pasaban por alto el propósito y el uso correctos de los dones, y de esto resultaron entre algunos actitudes malas y problemas.  Los pentecosteses y los neopentecosteses ignoran la misma cosa.
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       12:11 -- Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu – Véanse ver. 8,9.  Todos los diferentes dones eran “energizados” (así dice el griego literalmente) o efectuados por el Espíritu Santo, quien es uno.  Todos eran de la misma fuente divina y gratuita.  Por eso no debía haber entre los corintios esa arrogancia y ese sentido de superioridad que estorbaban la paz de la congregación y que causaban confusión en las asambleas respecto a los dones.
       Véase 4:7, comentarios.
       -- repartiendo a cada uno en particular como él quiere --  El Espíritu Santo decidía en cada caso quién recibiría un don y cuál don sería.  Por eso, cada recipiente debía haber reconocido que lo que recibía era una obra y responsabilidad dadas por el Espíritu Santo para el bien de la iglesia (y no para uso personal).  ¿Quién era el hombre para  que él decidiera cuál don quería él recibir y para cuál uso?  ¿Hacía bien al dar más importancia a uno de los dones y menos a otro?
       Compárense ver. 18; Heb. 2:4.
       Notamos por este versículo que el Espíritu Santo es una persona, pues solamente personas tienen voluntad.  Dice el texto, “como él quiere”.  Además, la voluntad del Espíritu Santo no está sujeta a nadie, pues es soberana (“como él quiere”).  Esto es porque él es Dios (Hech. 5:3,5).  Véase el ver. 6, comentarios.   Compárense 15:38; Mat. 25:15.  El no es un mero atributo de Dios.  Es de la misma esencia que el Padre y el Hijo.  Su papel era el de repartir estos dones milagrosos.
       El repartimiento de estos dones implica la divinidad del Espíritu Santo, y el hacer según él quiere implica su personalidad.
      
       12:12 -- Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros – Ahora Pablo va a presentar una comparación entre los dones en la iglesia en Corinto y los diferentes miembros del cuerpo físico ver. 12-26.
       La palabra “porque” presenta la explicación de por qué los diferentes dones correctamente empleados efectúan bien (traen un beneficio) para la iglesia entera.  Este versículo da la razón de lo que Pablo dijo en los versículos 4-11.
       -- pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo – Los muchos son a la vez uno (unidad en multiplicidad).  Son diferentes los miembros del cuerpo físico, cada quien teniendo su propio función, pero funcionan en perfecta armonía, colaborando al mismo fin y para el bien del cuerpo unido.
       (Si todos los corintios hubieran tenido solamente el don de lenguas, la iglesia allí habría sido un cuerpo ¡con un solo miembro!  ¡Qué monstruosidad inútil! ¡Qué disparate!).  El cuerpo físico no tiene miembros que no sirvan para algo; todos importan para que el cuerpo funcione adecuadamente.  Así que todos los dones importaban de igual manera.
       -- así también Cristo – Como es el caso con el cuerpo físico, así lo es con Cristo.  Todos los cristianos se encuentran en él (6:15; 10:17; Gál. 3:26,27; Fil. 3:9); son de él.  Deben ellos funcionar, según su capacidad y don, en armonía para el bien de la causa de Cristo y según la voluntad de él. Véanse ver. 27; Rom. 12:4,5; Efes. 4:16.  Como los miembros del cuerpo físico no se exaltan unos contra otros, sino que se ocupa cada uno  en su tarea, así ha de ser con referencia al cuerpo espiritual de Cristo.
       Se puede notar aquí que la iglesia de Cristo, en su sentido universal, es un organismo espiritual.  ¡No es una organización, pues no tiene gobierno central terrestre!  ¡No es compuesta de todas las iglesias de Cristo locales, sino de cristianos individuales (“miembros”)!

       12:13 -- Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo -- La palabra “por­que” agrega otra razón, aparte de la del ver. 12, a lo que Pablo dijo en el 11: que los cristianos somos un cuerpo porque por la dirección del Espíritu Santo todos fuimos bautizados en un cuerpo.  ¡Hay unidad de acción en todo lo que el Espíritu Santo hace!
       El texto griego emplea la frase preposicional “en un Espíritu”, y basándose en esto, algunos comentaristas ven bautismo en el Espíritu Santo.  Pero el pasaje no dice “bautizados en un Espíritu”, sino “bautiza­dos en un cuerpo”.  El bautismo de la Gran Comisión (Mat. 28:19; Mar. 16:16; Hech. 8:36; 10:47,48), que es inmersión en agua para perdón de los pecados (Rom. 6:4; Col. 2:12; Hech. 2:38; 22:16), nos pone como salvos en el cuerpo de los salvos, que es la iglesia (Hech. 2:41,47; 1 Ped. 3:21).
       ¿Cómo sabe el hombre que el bautismo le puede poner en Cristo (Gál. 3:26,27)?  Es por la instrucción del Espíritu Santo en su palabra inspirada, las Escrituras (Efes. 6:17).  La frase preposicional, “en un Espíritu”, en este caso bien puede indicar “por un Espíritu”, y así la traducen nuestra versión, como también las versiones B.A., 1990, 1977, JTD., ACT., Mod., etc.  En este mismo capítulo ya dos veces nos hemos dado con la frase “en Espíritu” (texto griego, ver. 3,9), y hemos visto que se hace referencia a la influencia, dirección, u obra del Espíritu Santo (ver. 11).  Por eso nuestra versión dice, “por el Espíritu”.  El texto griego en 1 Ped. 1:2 emplea la frase preposicional, “en santificación del Espíritu”, donde es obvio que el agente de la santificación es el Espíritu Santo quien por las Escrituras que él inspiró le dijo al hombre qué hacer para alcanzar la santificación.  En Efes. 5:26, aunque el texto griego dice, “para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua en palabra”, casi toda versión lo traduce “por la palabra” o “con la palabra” (como agente).  Compárese Jn. 17:17.
       En el remoto caso de que la frase preposicional, “en un solo Espíritu”, no debiera traducirse “por un solo Espíritu”, siempre querría decir “en conexión con quien es el Espíritu Santo “, y por eso tiene que significar que los cristianos somos bautizados en un cuerpo, la iglesia (Col. 1:18), porque el Espíritu Santo así ha instruido en la palabra revelada.  Resulta, pues, que “por (la instrucción o dirección de) un solo Espíritu” la persona es bautizada en (griego, eis, para) un solo cuerpo, la iglesia de Cristo.
       El bautismo de este versículo es bautismo en agua, y no en el Espíritu Santo.  Nótese que el texto dice, “fuimos  todos bautizados”.  ¡Pero no todos los corintios tenían el don de lenguas! (ver. 30).  Sin embargo, los pentecosteses reclaman que todos los que son bautizados en el Espíritu Santo lo evidencian por medio de hablar en lenguas.
       El bautismo que es uno es de agua (Jn. 3:5).  Es el bautismo que lava (Efes. 5:26; Hech. 22:16).
       ¿Por qué no dice Pablo que “en agua fuimos todos bautizados en un cuerpo”?  No lo dice porque tal no es el punto de su argumentación.  El contexto no trata del elemento en qué la persona se bautice.  El punto de Pablo a través de esta sección es la unidad del Espíritu Santo en el repartimiento de los dones milagrosos.  Ahora en este versículo sigue con esa misma idea: El Espíritu Santo es, o el agente (“por”) por el cual la persona es bautizada en un solo cuerpo, o es la esfera (“en”) en que este acto se lleva a cabo.  El mismo Espíritu (Santo) que dio los dones a los corintios es el mismo Espíritu que por sus instrucciones guía a la persona a ser bautizada en un cuerpo.
       Véanse 10:2, comentarios; 1:13, comentarios.
       En cuanto al bautismo en el Espíritu Santo, eso sucedió solamente dos veces: el día de Pentecostés (Hech. 2), y en la casa de Cornelio (Hech. 10).  El primer caso fue para capacitar a los apóstoles a obrar con poder desde lo alto (Luc. 24:49; Hech. 1:8), y el segundo para convencer a los judíos de que los gentiles también son objetos del evangelio salvador (Hech. 11:1-18).  Ahora hay un solo bautismo (Efes. 4:5).  Es el de la Gran Comisión.  No hay dos.
       --  sean judíos o griegos, sean esclavos o libres – El evangelio inspirado por el Espíritu Santo nos revela que Dios no hace acepción de personas (Mar. 16:15,16; Hech. 10:34; Rom. 1:16; Gál. 3:28).  El cuerpo de Cristo, su iglesia, es el conjunto de todos los salvos de “todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Apoc. 5:9).  Si Dios no hace distinción de personas, ¿se justificarían los corintios al elevarse algunos sobre otros con referencia a la recepción de un don considerado como mejor que otro?
       En el mundo hay divisiones de razas y de niveles sociales,  pero en Cristo hay unidad.  De igual manera hay diversidad de dones, pero, usados correctamente, hay pura unidad de propósito y provecho.
       -- y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu – La figura de que “se nos dio a beber de un Espíritu” continúa el pensamiento de Pablo de que hay unidad de acción de parte del Espíritu Santo, y el resultado de ella es que los cristianos somos bautizados en un cuerpo y así participamos en el Espíritu Santo quien es uno.  La figura da énfasis al hecho de que el cristiano es partícipe en la obra y dirección del Espíritu Santo.  En ese sentido “bebe de” el Espíritu Santo.  Compárese 10:4, comentarios.
       El que en Corinto tenía el don de lenguas había “bebido” del mismo Espíritu Santo que el que tenía el don de profecía, etcétera.  Por eso, no tenía sentido que hubiera confusión y mal uso de los dones.
       Beber del Espíritu Santo es igual que “fueron hechos partícipes del Espíritu Santo” (Heb. 6:4), o “ser participantes de la naturaleza divina” (2 Ped. 1:4), o que “el Espíritu de Dios mora en vosotros” (Rom. 8:9).
      
       12:14 -- Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos – Lo que es obvio en el caso del cuerpo físico, de que el cuerpo no es un solo miembro, debía haber sido obvio a los corintios con referencia al cuerpo espiritual de Cristo.  Como hay necesidad de una multiplicidad de miembros en el cuerpo físico, para el buen funcionamiento de él, así también en la iglesia primitiva, antes de haber una revelación completa de la ley de Cristo en las Sagradas Escrituras, había la necesidad de que funcionara un buen número de dones milagrosos para el bien espiritual del cuerpo de Cristo, la iglesia.
       En Corinto esta verdad se ignoraba, al desear algunos hermanos muy especialmente el don de hablar en lenguas, como si no hubiera necesidad de otro don.  ¿No es compuesto el cuerpo físico de más de un sólo miembro?  ¿Podía decir el hermano en Corinto, con el don de lenguas, que él era toda la iglesia?
       En los versículos siguientes Pablo ilustra este punto de que hay sabiduría en la diversidad de funciones.

       12:15 -- Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? -- Tal vez algunos hermanos en Corinto, por no poseer un don considerado como importante (por ser muy sensacional, como lo era el de hablar lenguas de otras naciones), o por no poseer ningún don milagroso, se sentían como no importantes en la iglesia.  ¿Por eso en la vista de Dios no eran importantes?  ¿No tenían ninguna función en el cuerpo de Cristo?  ¡Claro que la tenían!  Todo miembro es importante, aunque sea de diferente función u operación.

       12:16  Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? -- Pablo sigue ilustrando el punto del momento; a saber, que el cuerpo, tanto espiritual como físico, tiene que tener una pluralidad de miembros para una multiplicidad de funciones, todos contribuyendo su parte para la salud y la función correcta del cuerpo.  En Corinto no había por qué pensar nadie que por no poseer cierto don considerado de más valor o importancia, por eso no contaba como miembro del cuerpo.  Con nada más considerar el cuerpo físico, el corintio bien podía reconocer la sabiduría de Dios en el arreglo respecto a la distribución de dones milagrosos de parte del Espíritu Santo en la iglesia local.  Al quejarse, o sentirse como sin importancia en la iglesia, reflejaba rebelión contra la sabiduría y justicia de Dios.
       Varias versiones buenas traducen los versículos 15 y 16 como frases indicativas, y no como interrogantes.  Véanse las versiones ASV, B.A., Mod., H.A., NVI., N.M., N.C., NTP., LBL., etc.  A continuación cito a Lacueva, “Si dijese el pie: Pues no soy mano, no soy del cuerpo, no por esto no es del cuerpo.  Y si dijese la oreja: Pues no soy ojo, no soy del cuerpo, no por esto no es del cuerpo”.

       12:17 -- Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? -- Un cuerpo físico, que fuera solamente ojo, o únicamente  oído, ¡no podría subsistir!  ¿No hay necesidad de más funciones en el cuerpo físico?  ¡Por supuesto que la hay!
       ¿Actuaban con inteligencia los corintios al desear todos hablar en lenguas, o al sentirse como inútiles por no poder ejercer ese don?  ¿Pensaban en el bien y en la función completa del cuerpo de Cristo, su iglesia, al pensar egoístamente en sí mismos y en sus propios deseos e ideas?          

       12:18 -- Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso – Al decir, “ahora”, Pablo se refiere a la situación que le ocupaba en esos momentos, a la que tiene que ver con la distribución de los dones milagrosos. 
       Como reflejo de la sabiduría de Dios (“como él quiso”), vemos manifestado en el cuerpo físico la colocación de diversos  miembros para funciones diferentes e importantes.  Estos miembros no son iguales, pero cada uno sí tiene su función particular, y otro miembro no la tiene. Cada uno tiene  su propósito.  Hay unidad en la variedad, pues se busca el bien común. (Conside­rando los corintios este hecho divino, bien podían corregir sus errores con respecto a los dones espirituales).
       De igual manera el Espíritu Santo distribuía dones milagrosos a diferentes cristianos primitivos.  Esos dones no eran iguales, pero sí importantes para las distintas funciones necesarias.
       El mismo principio rige hoy en día con respecto a dones nativos y nada milagrosos.  No todos los miembros en la iglesia local tienen los mismos dones.  Algunos pueden hacer cierta tarea (como enseñar, dirigir himnos, servir como diáconos o ancianos, visitar enfermos, consolar a los afligidos,  exhortar o predicar, etcétera) mejor que otros, pero todos los miembros tienen algo que contribuir y su parte importa.  En lugar de envidias o jactancias, debe haber en el cuerpo local un alto aprecio en la membresía, el uno gloriándose en el otro, y cada quien esforzándose al máximo para servir.  No todo cristiano es de “cinco talentos”(Mat. 25:15). Véanse Rom. 12:3-16; Efes. 4:16.
        
       12:19 -- Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? -- Véase ver. 17.  Estas preguntas retóricas de Pablo están exponiendo el error de los corintios al buscar principalmente el don de lenguas, al envidiar a quienes ya tenían ese don, o al pensar que por no tener ningún don espiritual por eso no importaban como miembros de la iglesia local.
       No puede haber cuerpo físico sin la combinación de todos los miembros que deben componerlo.  Una orquesta no es un solo instrumento; un gobierno no es una sola persona; un equipo no es un solo atleta.  De igual manera la iglesia no tiene una sola función.  Véanse ver. 12,14.
       Que exista un mandón en la iglesia local es un fenómeno tan ridículo como que hubiera un “cuerpo” compuesto únicamente de ojo.

       12:20 -- Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo – Este versículo declara en afirmación lo que el versículo anterior implica por interrogación.  El cuerpo es una entidad compuesta de muchas partes funcionando para el común bien.  Todo el mundo lo sabemos y lo aceptamos, y en realidad nos alegramos que sea así.  ¡Qué ridículo era que la iglesia en corintio actuara como si no entendiera un punto tan básico!  La iglesia de Cristo en Corinto era compuesta de muchos miembros, con sus diferentes dones, y tal era la situación normal, pero ellos iban destruyendo el cuerpo al abusar de dichos dones.
       Aquí Pablo hace un resumen de lo que iba diciendo desde el ver. 12.

       12:21  Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros – En los versículos 15 al 20 Pablo se dirige en particular a los descontentos en la iglesia que se sentían como inferiores a quienes tenían dones espectaculares.  Ahora pasa a condenar la actitud arrogante de estos últimos quienes se sentían como superiores a los demás, debido a sus dones en particular.  Los dos grupos eran egoístas en sus pensares.   Es mala la actitud de descontento, como también lo es la de jactancia.  Existe una interdependencia en el cuerpo físico, cada miembro importando mucho para el ejercicio de su función, y cada miembro precisando de los demás.  La misma interdependencia existe también en el cuerpo espiritual, la iglesia local.  Cada miembro necesita la función de los demás, y por eso debe haber entre todos un respeto mutuo y un cuidado de parte de unos para con otros.  El día que el hermano deje de tener “mas alto concepto de sí que el que debe tener” (Rom. 12:3), ese día es cuando la iglesia local comenzará a funcionar más aceptablemente en la vista de su Cabeza.  (Que los predicadores prestemos mucha atención a esto).

       12:22 -- Antes bien – Otras versiones dicen, “Al contrario”, “Por el contrario”, “Muy al contrario”, “Aun hay más”, o sencillamente, “No”.  No, no era como afirmaría algún hermano corintio, con su don que él consideraría muy especial, diciendo que él no tenía necesidad de los demás con sus dones no tan espectaculares (como lo era el don de hablar lenguas desconocidas).  Todo el caso era muy al contrario, como Pablo lo expresa en seguida.
       -- los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios – Hay miembros interiores y por eso invisibles, que no pueden defenderse como lo pueden hacer las manos y los pies, pero son más necesarios.  El cuerpo físico puede vivir sin lengua, pero no lo puede hacer sin pulmones; sin pies, pero no puede vivir sin corazón.  La iglesia en Corinto daba mucha importancia al don de lenguas, un don que en sí no podía edificar a nadie en la iglesia (a menos que hubiera intérprete), pero el don de profecía solo sí podía beneficiarla  grandemente.
       Al decir Pablo, “parecen”, habla como humano, para quien las cosas no siempre son como parecen, pero Dios, el Creador del cuerpo, sabe que todos los miembros son importantes.  Era al orgulloso a quien le parecían débiles ciertos miembros.
       (La importancia de cierto miembro del cuerpo físico es más bien notada cuando éste se pierde y el cuerpo ya no lo tiene).
       Debemos notar que en este versículo, y en los próximos dos, Pablo no identifica en particular los miembros a los cuales alude.  Podríamos sugerir algunos, pero serían nada más sugerencias.

       12:23 -- y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente – Por medio de vestirse a ciertos miembros considerados menos dignos, de esa manera se les llama más atención, y estos es correcto.  El mismo principio debe practicarse en la iglesia también, y en realidad se practica donde está libre de orgullo la membresía y abunda  el amor y el aprecio mutuos.  Esta práctica faltaba en la iglesia en Corinto (y he visto en muchos casos la misma falta en las iglesias de nuestro tiempo).
       -- y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro – En lugar de “menos decorosos”, otras versiones emplean tales frases como “íntimos”,  “vergonzosos”,  “indecen­tes”,  “partes feas”, “indecorosos”,  “no presentables”, “menos honestos”, “deshonestos”.  Tal vez se hace referencia a los órganos sexuales y de eliminación.  A ellos los cubrimos muy bien. 
       (En lugar de “se tratan con más decoro”, el texto griego dice: "decoro más abundante tienen”.  Así se expresan Lacueva, y otras versiones muy buenas.  La idea puede ser, pues, que tales miembros menos decorosos en realidad tienen más abundante decoro, porque nos inspiran un sentido de pudor y recato, moviéndonos a cubrirles bastante bien).
       Tal es la actitud que se debe mostrar con respecto a los miembros de la iglesia, unos hacia otros.  Los miembros de menos honor (por falta de talento, educación formal, aceptación social, etcétera), deben recibir más atención de parte de los otros, y de esa manera seguir el buen orden que Dios ha seguido en la ordenación del cuerpo físico (véase el versículo siguiente).
       En los ver. 22,23 Pablo se refiere a los miembros (que pensamos que son, o nos parecen ser) más débiles, a los menos dignos, y a los menos decorosos.  Dice que son necesarios y que naturalmente a éstos damos más atención y decoro.  Si es así con el cuerpo físico, así debe ser con el cuerpo espiritual, la iglesia.  Los miembros menos admirados deben recibir más atención de parte de los que llevan una posición más honorable.
       Como la lengua (que se puede ver) no es nada sin el corazón o los pulmones (que son invisibles), así en Corinto el poder hablar lenguas desconocidas, acto que en sí no podía edificar a nadie, no era más importante que otros dones, como por ejemplo la profecía.  (En realidad el don de lenguas era menos importante, para la edificación de la iglesia).  Pero algunos hermanos tendían a engrandecer, por ser algo espectacular o de demostración visible, a lo que en la vista de Dios era de menos importancia (bajo ciertas circunstancias), y al mismo tiempo tendían a menospreciar al que no tuviera lo que ellos tenían.  Ya que no actuaban así con referencia a sus cuerpos físicos, tampoco debían actuar así con los miembros del cuerpo de Cristo (en particular en cuanto al ejercicio de dones espirituales).

       12:24 -- Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad – La partes del cuerpo dejadas visibles no necesitan de atención especial, y por eso no las cubrimos con ropa y adorno.  De igual manera los hermanos que siempre están delante de la iglesia en público no necesitan de tanta atención, como los hermanos de menos participación y utilidad pública.  Estos últimos deben sentir el honor de los que están llevando la delantera, y compartir con ellos la honra de su posición y obra, y aquéllos deben reconocer el valor de los hermanos de menos empleo público, pues ellos con su humildad ayudan a mantener la debida humildad en la presencia de actividad vista como muy importante.
       -- pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba – En lugar del verbo “ordenó”, otras versiones dicen “compuso”, “ha atemperado”, “ha organizado armoniosamente”, “dispuso”, “ha puesto orden”, “dispuso armo­niosamente”, “arregló”, “formó”.  Lacueva dice en una nota al margen, “mez­­­cló juntamente”.
       La obra de Dios en atemperar el cuerpo, organizando o mezclando todas las partes armoniosamente, de tal manera que a la parte de menos honor se le dé abundante honor (porque se hace esencial para el bienestar del resto del cuerpo), debe servir de ejemplo de unidad de acción en la iglesia local, cada miembro trabajando en armonía y mutuo respeto, no importando el talento o don que uno tenga diferente de lo del otro.
       En Corinto los dones milagrosos tenían diferentes funciones y propósitos e importancias relativas.  Algunos corintios tenían el don de lenguas como lo más importante, pero Dios por medio de Pablo lo puso al final de la lista (ver. 10,28,30).  Lo que para el hombre no tiene mucha importancia  puede resultar en el plan de Dios de más importancia (véase 14:5).  Dios y los hombres no tienen la misma perspectiva, el mismo pensar (Isa. 55:8,9).
       La iglesia en Corintio iba destruyéndose al usar mal los dones milagrosos, dando mucha importancia a unos (a los de las lenguas en particular), y ninguna importancia a otros.  ¿Qué sería del cuerpo físico si sus miembros actuaran así?  ¿Ten­dría la persona cabal salud?  ¡Claro que no!
      
       12:25 -- que no haya desavenencia en el cuer­po – En lugar de “desavenencia”, otras versiones dicen “división”, “disensión”, “escisiones”. El texto griego dice literalmente, “cisma” (disidencia, desunión, o discordia).  Así se expresan las versiones  ASV., B.A. (margen), Mod., y S.A.
       El propósito de Dios, al diseñar el cuerpo físico, haciendo que cada miembro dependa del otro, fue que no hubiera cisma en él.  Y no hay división en el cuerpo; al contrario hay interdependencia y de esto armonía perfecta.
       Así debe ser en la iglesia.  La interdependencia de los miembros evita la división y discordia.  Por ejemplo, en Corinto el que hablaba en lenguas dependía del que interpretaba.  La participación de los demás miembros era necesaria para que la iglesia entera recibiera el debido beneficio.  Tal arreglo evitaba la división.  Dios es Dios de paz (14:33).  La división y confusión siempre resulta cuando el hombre se cree más importante que otro y menosprecia al otro.
       -- sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros – En el cuerpo físico el plan de Dios es que “los miembros de consuno cuiden los unos de los otros” (H.A.).  Todos los miembros tienen cuidado el uno del otro.  No hay competencia entre los diferentes miembros.  ¿No miran los ojos en representación de todo el cuerpo?  Cuando hay peligro, ¿no corren los pies, y el corazón no bombea la sangre con más prisa para entregar energía  a todas las partes?  Hay gozo y hay dolor  en común.  Ningún miembro del cuerpo opera unilateralmente.  El cuerpo contiene  un sistema de nervios simpático.
       Tal es la obra creativa de Dios.  Ninguna persona querría un cuerpo físico que funcionara como funcionaba el cuerpo de Cristo, la iglesia, en Corinto en el tiempo de recibir esta carta (1:10,11; 4:6; 11:18).  ¿Qué pasaría si en el cuerpo físico uno de los pies se opusiera al otro, al querer ir la persona de un lugar a otro?
       La iglesia local debe contar siempre con una membresía en la cual cada miembro cuide del bien­­estar  espiritual y físico de los demás miembros, reconociendo que cada uno importa y que tiene algo que contribuir, y no tratando a otro con indiferencia.  De esto resulta la armonía, la paz, y la operación cabal de la iglesia local.
       Compárese el cuidado de Pablo de otros cristianos, 2 Cor. 11:28,29.

       12:26 -- De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan - Tal es la situación en el cuerpo físico, porque el Dios de paz (14:33) es el Creador de él.  No hay cisma (ver. 25) en el sistema del cuerpo físico.  Cuando el cuerpo físico es herido en alguna parte, todo el sistema coopera para socorrer a esa parte y sanarla.  Si un miembro logra algún éxito, se siente bien todo el cuerpo.  ¡Qué hermosa es la obra de Dios!
       ¿No debe el cuerpo espiritual de Cristo, su iglesia local, portarse de igual manera?  Véase Rom. 12:15.  El hermano en Corinto con el don de lenguas debía regocijarse al ver actuar al otro hermano con el don de profecía, y viceversa.  Véase ver. 7, comentarios.
       En la iglesia local de hoy en día, en la ausencia de dones milagrosas, siempre la misma concordia de sensibilidad debe obtenerse y manifestarse.  Pero en la iglesia en Corinto esto faltaba.  Compárese 5:1,2.  En 13:6 vemos que el amor se goza de la verdad.
       Los cristianos no siguen el pensar de los mundanos (compárese Mat. 20:25-28); siguen el ejemplo del cuerpo físico que Dios creó.  Toman a pecho la unidad del cuerpo y por eso hacen suya la debilidad de cualquier miembro, como también hacen suyo cualquier honor que uno de los miembros reciba.  Considérense Gál. 6:1,2; 2 Cor. 2:3.
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       La iglesia primitiva, por tener dones milagrosos, era como el cuerpo físico (ver. 27-30).  El cuerpo físico no está compuesto de un solo miembro (ver. 14), pero los neopentecosteses quieren hacer que todo el cuerpo sea una lengua (extática), nada más.  Pero según Pablo, no todos los corintios hablaban en lenguas (ver. 30).  No obstante, los pentecosteses afirman que todo cristiano debe pedir el bautismo en el Espíritu Santo, que según ellos siempre es evidenciado por el hablar en lenguas.
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       12:27 -- Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular – En el texto griego falta el artículo definido “el”.  Otras versiones dicen, pues, “sois cuerpo de Cristo” (NIV., P.B., H.A. JTD., S.A., ECU.).  En esencia, y comparada a la naturaleza del cuerpo físico, una iglesia de Cristo local es “cuerpo de Cristo”.  (Compárese 3:16).  De igual manera es la iglesia en sentido universal el cuerpo de Cristo (Efes. 1:22,23; Col. 1:18).  Cristo es la cabeza de toda iglesia local suya, porque él es quién da órdenes a ella, y es la cabeza de su iglesia en el sentido universal porque él es quien da órdenes a cada cristiano.  Lo hace por medio de su palabra.
       Debemos notar que una iglesia de Cristo local no es “un cuerpo de Cristo”, como si hubiera muchos, porque Cristo no tiene muchos cuerpos.  Aquí Pablo trata de cualidad, de característica.  La iglesia local es cuerpo de Cristo en esencia.  Por eso ella  debe procurar proceder como funciona el cuerpo físico respecto a la perfecta armonía entre sus muchos miembros respectivos.
       En este versículo Pablo hace resumen de toda la argumentación en este capítulo con respecto al cuerpo físico.  Aquí se completa el cuadro. Los problemas en la iglesia en Corinto, sobre el uso y la distribución de los dones milagrosos, desaparecerían si los hermanos siguieran la armonía manifestada en el cuerpo físico.
       La frase “en particular” da énfasis al hecho de que cada cristiano es parte de la iglesia local (con su obra o función  y responsabilidad).  La iglesia local es un cuerpo, pero el cuerpo es todo el conjunto de los miembros individuales. La frase griega, ek merous (en parte) aparece también en 13:9.

       12:28 --Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas – Como Dios hizo el cuerpo físico con sus diferentes miembros y operaciones correspondientes, y todo para el bienestar del cuerpo, así Dios puso diferentes dones en la iglesia (aquí en sentido universal) para el bien espiritual de ella.
       El verbo “puso” en el texto griego es tal que indica que Dios “puso para sí”.  El plan era según la sabiduría y el placer de Dios.  Puso para su propio uso.
       Debemos notar que Pablo no afirma que todos los dones eran iguales, pues vemos que en seguida él va a hablar de diferentes rangos.  Pero todos los dones sí eran importantes.  Pablo en este versículo se extiende a amplificar lo que iba diciendo en los versículos anteriores respecto a la diversidad de funciones de los miembros del cuerpo, pero todo en armonía para el bien  mutuo del cuerpo, al hablar de cómo Dios puso diferentes dones en la iglesia (universal).  Como hay en el cuerpo físico diferentes miembros, con diferentes funciones, algunos más importantes (vitales) que otros, pero todos necesarios para la obra y la armonía completa del cuerpo, así es el caso con respecto a la iglesia.
       En lugar de “primeramente, luego, tercero”, el texto griego dice “primero, segundo, tercero”.  Para los primeros tres dones en la lista de este versículo, parece que Pablo menciona los primeros tres según la importancia.  (Debe notarse que el don considerado por algunos corintios como el más importante, el hablar lenguas, se menciona al último en esta lista).
       Los doce apóstoles fueron escogidos por Jesús y entrenados por él (Mar. 3:13,14).  Saulo de Tarso (Pablo) también fue llamado por Jesús (Hech. 22:14,15; 26:15-18) para ser uno de los apóstoles (1 Cor. 15:7-9; 2 Cor. 12:11,12).  Se les encargó la propiamente llamada Gran Comisión (Mat. 28:16-20), y para esto fueron investidos de poder desde lo alto (Luc. 24:46-49).  Eran todos testigos del Cristo resucitado (Hech. 10:41; 1:21-26--Matías; Juan 15:27). Tenían el poder de impartir dones milagrosos a otros (Hech. 8:14-18).  Sus enseñanzas forman parte del fundamento de la iglesia (Efes. 2:20; 3:5).  Véase Efes. 4:11.  Los apóstoles de Cristo no tienen sucesores; todavía están sentados sobre doce tronos, juzgando (dirigiendo por su doctrina—Hech. 2:42)   la  iglesia  del   Señor  (espiritualmente las doce tribus de Israel—Mat. 19:28).
       Véase 1:1, comentarios sobre “apóstol”.
       Sobre los profetas, véase ver. 10, comentarios.  Véanse también Efes. 2:20; 3:5; 4:11.  Estos, como los apóstoles, tenían autoridad más allá de la iglesia local, pues a ellos Dios reveló el misterio del evangelio (Efes. 3:4,5).  Considérense Rom. 12:6.
       El profeta no era sencillamente “maestro”.  El 14:24 lo hace claro.  Lo que él decía era oráculo de Dios (por revelación directa).  Compárese Dan. 1:17.
       Con respecto a los maestros aquí referidos por Pablo, algunos dicen que no se puede afirmar dogmáticamente si eran hombres inspirados, o no.  Pero si este don de maestro se relaciona con el don de ciencia del ver. 8, entonces se implica que eran hombres inspirados.  Su obra era la de enseñar verdades que les fueran reveladas.  Compárese Hech. 13:1.  Yo entiendo que eran maestros inspirados.
       En seguida Pablo en sus expresiones pasa de personas a dones.
       El texto griego no dice “luego los que hacen milagros”, sino sencillamente “terce­ro poderes” (o, milagros).  Véase ver. 10, comentarios.
       En lugar de “después los que sanan”, Lacueva da una traducción literal: “des­pués dones de sanaciones”.  La palabra “dones” (charisma) que aparece aquí en este versículo es la misma que vemos en  los ver. 4,9.  Véanse los comentarios allí.  Sobre este don de efectuar sanidades, véase ver. 9, comentarios.
       “Los que ayudan”, dice nuestra versión, pero el texto griego emplea una sola palabra, antilempseis. “ayudas (benéfi­cas)”, dice Lacueva.  Otras versiones dicen sencillamente “ayudas” (ASV., 1977),  “socorros”, o “asistencias”.  Aquí puede haber referencia a los diáconos, algunos de los cuales eran hombres inspirados (Hech. 6:1-8; 8:5,6).
       Otra vez el texto griego emplea una sola palabra (kuberneseis), mientras dice Valera 1960, “los que  administran”.  Otras versiones dicen: “go­bier­nos” (ASV.), “gobernaciones” (P.B.), “admini­straciones” (B.A.), “(dones de) gobernar” (Mod.), “dotes de dirección” (Lacueva), “dotes de gobierno” (1977), “de gobierno” (N.C., B. J.), “de gobernar” (JTD.).   La referencia más probable es en cuanto a los ancianos, u  obispos, de la congregación local (a los que presiden, 1 Tes. 5:12).  Sabemos que algunos de ellos tenían el don de sanidad.  Véanse NOTAS SOBRE SANTIAGO, 5:14,15, comentarios.
       Como Fil. 1:1 habla de los “obispos y diáconos”, parece que aquí se hace referencia a los mismos, al decir, “gobiernos” y “ayudas”.
       Ya que los dones milagrosos pertenecían solamente al siglo primero (13:8-13), obvio es que los obispos y diáconos de hoy en día no tienen dones milagrosos.  Dirigen y ayudan bajo la dirección de la palabra ya inspirada y confirmada.
       “géneros de lenguas”, dice el texto griego, y no “los que tienen don de lenguas” (Valera 1960).  Véase ver. 10, comentarios.  La misma frase griega que aparece aquí, gene glosson (géneros de lenguas), aparece también en el ver. 10.   Este don es el último en la lista (aunque algunos corintios quisieron hacerlo el más importante de todos).
      
       12:29 -- ¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? Estas preguntas retóricas demandan una respuesta negativa: “¡Claro que no!”.  Cada una comienza con la palabra griega, me, la que niega.  Lacueva traduce así: “¿Acaso todos apóstoles?  Acaso … etcétera”.  Otras versiones también se expresan así (B.A., NVI., JTD., etcétera).  La Ver. N.M. da muy bien la idea al expresarse así: “No todos son apóstoles, ¿verdad?”
       No, no todos los miembros del cuerpo espiritual de Cristo (la iglesia en sentido universal) son apóstoles, ni profetas, ni maestros, ni obradores de milagros.  Si lo fueran, a quiénes darían testimonio, revelarían, enseñarían, o beneficiarían con milagros?  Como un gran número de ojos no se constituiría un cuerpo, pues el cuerpo es el conjunto de muchos miembros diferentes con diferentes funciones, tampoco puede el cuerpo espiritual ser de un solo don.
       (En lugar de decir “¿Hacen todos milagros?”, el texto griego da a entender esto, pero se expresa así: “¿todos poderes?”).  Véase ver. 28, comentarios sobre “milagros”.
       Pablo continúa este argumento en lo que llamamos (la Biblia fue dividida así por los hombres) el versículo 30:

       12:30 -- ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos?  No, porque si todos los miembros tuvieran el don de sanidad, ¿a quiénes sanarían?  Si todos tuvieran el don de lenguas, ¿qué habría de edificación para la iglesia?  Si todos interpretaran, ¿quiénes hablarían en lenguas desconocidas a los oyentes, cosa que necesitaría interpretación?
       Todas estas preguntas retóricas de Pablo hacen hincapié en la necesidad de que hay una multiplicidad en la unidad; o sea, una variedad de diferentes dones para la obra y bienestar del cuerpo entero.  Los corintios que se gloriaban en poder hablar lenguas, y los que les envidiaban, se portaban como si hubiera un solo don de valor e importancia.  Tal lógica destruiría al cuerpo.
       Como en el cuerpo físico no son iguales todos los miembros y sus funciones, tampoco en la iglesia primitiva, con sus dones milagrosos, eran iguales todos los miembros.  Había necesidad de variedad de dones y funciones, como es necesario que así sea en el cuerpo físico.  Pero en lugar de admitir esta verdad, reconocerla, y conformarse a ella, muchos de los corintios causaban confusión por su mal uso de los dones espirituales, dando la mayor importancia solamente al don de lenguas.  Véanse ver. 7-11,14,27.  El cuerpo no puede existir sin su totalidad de miembros.  Los corintios iban destruyendo el cuerpo.

       12:31 -- Procurad, pues, los dones mejores -  Otras versiones muy buenas dicen: “Pero anhelad”.  “Desead ardientemente”, dice la B.A.  Bien dice la N.C., “aspirad”.
       Pablo, habiendo dicho (ver. 28) que no todos los dones son iguales, pues hay diferentes rangos de ellos, ahora dice a los corintios que aspiren a los dones mejores (a  los cuales el hablar lenguas ¡no pertenecía!).  Los mejores (apóstoles, profetas, maestros, ver. 28) instruían a otros en la voluntad de Dios; el hablar lenguas nada más confirmaba esa palabra hablada.  (El mensaje es más importante que el sello que lo autentica).  Los corintios, en lugar de pelear sobre el don de lenguas, debían haber aspirado más bien al don de profecía para edificar a la iglesia (14:3). La enseñanza podía producir efectos permanentes, pero el hablar lenguas producía admiración.  ¿Cuál era más importante?  ¿Cuál era mejor?  La norma de los corintios era de desear el don más atractivo, no el más útil (provechoso, ver. 7) para la iglesia entera.
       Aun hoy en día, ya que no hay dones milagrosos en vigor, el mismo principio debe predominar.  Los dones nativos de cada quien deben ser desarrollados, no para poder llamar más atención por cierto estilo de hablar, sino para poder cambiar corazones para que cumplan con la voluntad de Dios y sean salvos.
       - Mas yo os muestro un camino aun más excelente - “Y aun os muestro un camino por excelencia” (P.B.).  “Y aun por excelencia el camino os muestro” (traducción literal de Lacueva).
        El camino aquí referido no es uno a dones mejores.  Es el camino que es superior al camino de los dones.  El poseer dones milagrosos no hacía al cristiano que fuera mejor o más espiritual, pero este camino por excelencia, que es uno de amor (capítulo 13), conduce al cristiano a actuar de la manera que agrada a Dios y en el caso de los corintios, conducía al uso correcto de los dones.  No era malo que ellos aspiraran tener dones, con tal que aspiraran tener los mejores, pero les quedaba un camino superior al de dones.
       A los corintios les sobraban dones transitorios, pero les faltaba lo que permanece para siempre, cosa exhibida en este camino por excelencia.  Debían, pues, dejar el camino de contienda y envidia con respecto a los dones milagrosos, para comenzar a andar en este camino de amor.  Era para los corintios el camino para edificar a la iglesia.  Considérese 8:1.
       Las palabras siguientes, abarcadas por lo que llamamos el capítulo 13, explican el por qué de dicha excelencia.  El 12:31 nos introduce, pues, al capítulo 13.

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